Gobierno australiano desecha participación de Victoria en la Ruta de la Seda, enfureciendo a China y agravando la crisis bilateral

Parliament House is seen behind an Australian and a Chinese flag outside Parliament House in Canberra, Thursday, March 23, 2017. Premier of the State Council of the People's Republic of China Li Keqiang is in Australia on a 5-day official visit.

Source: AAP Image/The Yomiuri Shimbun via AP Images

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El miércoles, la canciller australiana, Marise Payne, afirmó que el gobierno federal anularía la decisión del gobierno de Victoria de formar parte del proyecto comercial chino conocido como la Ruta de la Seda (Belt and Road, en inglés). Poco después del anuncio, la embajada de China en Australia reaccionó, catalogando la decisión de una “provocación”.


El proyecto conocido como La Ruta de la Seda, es una iniciativa de infraestructura global China valorada en $1.5 billones, que busca reforzar los vínculos comerciales entre China y sus principales clientes. Sin embargo, es ampliamente considerado como un medio de Pekín de ganar peso e influencia en los ámbitos geopolítico y financiero.

El acuerdo entre China y el gobierno de Victoria habría permitido la inversión china en el estado de Victoria y que las empresas con sede en esa jurisdicción participaran en proyectos del gigante asiático en el extranjero.

El miércoles, la canciller australiana, Marise Payne, afirmó que el gobierno federal desecharía la decisión del gobierno regional de Victoria de formar parte del proyecto comercial de la Ruta de la Seda, alegando que el acuerdo era incompatible con los objetivos de política exterior de Australia.
China respondió catalogando la decisión como una “provocación” y añadió que “muestra que el gobierno australiano carece de sinceridad en sus esfuerzos por mejorar las relaciones” entre ambos países, que se encuentran en crisis desde hace años.

Canberra canceló el acuerdo de Victoria bajo los nuevos poderes de veto de la Commonwealth adoptados ese año, mediante los cuales puede anular cualquier acuerdo entre representantes de una región australiana y terceros países, si considera que representan una amenaza para el interés nacional.

El internacionalista y experto en China, Ulises Granados, coordinador del programa de estudios Asia Pacífico del Instituto Tecnológico Autónomo de México, explicó a SBS Spanish que, si bien la iniciativa de la Ruta de la Seda es “un gran proyecto de conectividad y de cooperación entre China y otros países”, también puede ser utilizada como “un instrumento de presión política o de proyección de los intereses nacionales y regionales y globales de China”.

El experto en China apuntó que la situación con Australia pone de manifiesto que China no sólo mantiene intereses a nivel “estado con estado “, sino también “a nivel subestatal”, un asunto que muchas veces pasa desapercibido.
Daniel Andrews and Chinese Ambassador to Australia Cheng Jingye
Victorian Premier Daniel Andrews and Chinese Ambassador to Australia Cheng Jingye signed the Belt and Road agreement in 2018. Source: AAP
Según reporta el diario ,  el gobierno federal y expertos de seguridad nacional están preocupados de que China estaba utilizando el acuerdo con Victoria como parte de una campaña de propaganda, que afirmaba que el gobierno estatal estaba deslindado de la línea de política exterior de Australia hacia China.

También que había preocupación de que China estuviera utilizando La Ruta de la Seda para aumentar la deuda en países pobres al tiempo que reduce la influencia de Australia en la región Asia Pacífico.

Las relaciones entre China y Australia empezaron a deteriorarse en 2018 cuando Canberra excluyó al gigante chino de las telecomunicaciones Huawei del despliegue de su red 5G, alegando cuestiones de seguridad nacional.

Pero las relaciones bilaterales se tensaron mucho más cuando el primer ministro australiano, Scott Morrison, pidió una investigación internacional sobre el origen del COVID-19, y salieran a la luz en Australia una serie de escándalos de supuesto espionaje y aparentes intentos de injerencia. El apoyo de Australia a las protestas prodemocráticas en Hong Kong también ha causado escozor en Pekín, que ve estos asuntos como un acto hostil.

En respuesta, China impuso el año pasado una serie de aranceles que castigan productos australianos de exportación. Entre las medidas que más preocupa a Australia, están las prohibiciones o limitaciones contra una serie de productos como la cebada, la carne de vacuno y el vino.
La canciller australiana, Marise Payne, dijo durante una entrevista con la ABC, que el gobierno no está esperando una retaliación de China, al tiempo que reafirmó que simplemente estas son decisiones que toma Australia para proteger sus propios intereses nacionales.

En este sentido, Granados considera que, si bien China podría reaccionar imponiendo más “sanciones” arancelarias hacia productos australianos, el gobierno federal debía “tomar el control” de las negociaciones entre China y demás jurisdicciones australianas.

“El argumento más importante aquí, según la ministra de Asuntos Exteriores, es que estos acuerdos no se conformaban con un lenguaje en el que se incluyera temas de gobernanza, derechos laborales, medio ambiente, y que esto eventualmente sería una propaganda para el presidente chino”, explica.

Granados añade que Australia tiene “el argumento para poder justificar” su decisión, pero que le “preocupa es que esto siembre un precedente para los demás países que se han sumado a la iniciativa de la Ruta de la Seda para encontrar la salida institucional o legal para retirarse, en caso de que consideren que sus intereses no son debidamente representados.”

Asimismo, Granados considera que las represalias que China toma contra aquellos que disientan de su política interior o exterior parecieran seguir “un patrón”.

“El presidente chino Xi Jinping está tratando de cortar cualquier tipo de voz que se oponga, tanto nacional como extranjera, a su gran proyecto de nación”.

Escucha la entrevista completa presionando sobre la imagen principal.

Con información adicional de AFP.

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