Brasil está a días de llevar a cabo la segunda vuelta de la elección presidencial, en la que se enfrentarán dos titanes políticos y acérrimos rivales: el presidente Jair Bolsonaro, un exmilitar y líder de ultraderecha que gobierna el país desde 2019 y el expresidente izquierdista Luis Inácio Lula Da Silva, que gobernó el país de 2003 a 2010.
Según varias encuestas publicadas, Lula Da Silva sigue a la cabeza con un 49 por ciento de intención de voto frente a un 45 por ciento del actual presidente Bolsonaro.
El Instituto Brasileño Datafolha aclaró que la diferencia de cuatro puntos no asegura la victoria del líder del Partido de los Trabajadores. Por tanto, la lucha de las dos campañas es por ganar la simpatía del 4% que votaría nulo y 1% indeciso.
Para las próximas horas está previsto el último debate entre los dos candidatos presidenciales, pero en el más reciente, tanto Lula como Bolsonaro intentaron desgastarse.
El expresidente Lula le recordó a Bolsonaro su actitud sobre la vacuna contra COVID 19 y que Brasil registrara más de 22 millones de contagios y 615 000 muertes.
Por su parte el líder ultraderechista afirmó que venció las elecciones de 2018 para acabar con el robo y la corrupción de los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), la formación que gobernó Brasil por 13 años primero con Lula y luego con Dilma Rousseff.
Mientras, la religión ha ganado un protagonismo sin precedentes en Brasil, un país laico de mayoría católica que asiste al fuerte crecimiento e influencia de los evangélicos.
El actual mandatario Jair Bolsonaro, ha repetido a menudo sus principios rectores: “Dios, Familia, Patria” , retratando a Brasil como un país espiritualmente enfermo y presentándose como un soldado cristiano en guardia contra el marxismo cultural.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva lanzó la "carta a los evangélicos", saliendo al paso de los bulos difundidos en los últimos meses por el bolsonarismo, los cuales acusan falsamente de su intención de cerrar iglesias en caso de vencer las elecciones del 30 de octubre.
En dicho manifiesto, Lula se comprometió con los evangélicos a mantener la libertad de culto y religión, a reforzar el papel de la familia y a no interferir políticamente en el uso de la fe.
